Claves en el confort de nuestro hogar.

La mayoría de las veces, cuando pensamos en confort en el hogar, inmediatamente asociamos en nuestra mente esa idea con un sofá mullido, camas grandes y cómodas, habitaciones espaciosas, una cocina bien equipada, etc. Pero casi nunca nos viene a la cabeza dentro de ese confort un elemento que pasa más desapercibido, pero que es esencial para lograr el ansiado bienestar en casa: las ventanas.

Porque las ventanas consumen el 13% de la energía en viviendas unifamiliares, es decir, el 13% del calor de nuestro hogar se escapa por ellas. Un porcentaje que puede llegar hasta el 23% en el caso de los bloques de viviendas, según OnVentanas. Precisamente, los elementos constructivos que separan la vivienda del exterior son uno de los puntos débiles para alcanzar el confort térmico en casa, y las ventanas constituyen uno de los eslabones más débiles, pues no solo deben proporcionar aislamiento térmico, sino también acústico (protegen del ruido) y aportar luz, ventilación y seguridad.

Por ello, es imprescindible que nuestras ventanas tengan una serie de características para que cumplan esa función para la que han sido diseñadas. Ahora, con el otoño llamando a la puerta, es un buen momento para la reforma e incluso la renovación para que cuando llegue el invierno nuestra casa esté bien protegida y no derrochemos energía, ya que por mucho que subamos la calefacción, si las ventanas están mal aisladas, no servirá de nada. Más que para vaciar el bolsillo.

Los imprescindibles que no deben faltar en tu ventana

En primer lugar, debemos tener claro que la calidad de las ventanas tiene una relación directamente proporcional con los materiales de las que están hechas. Es decir, la calidad de fabricación de las juntas, el material del marco, los herrajes, los cristales o el conjunto de la persiana definirán las prestaciones de la ventana. Si bien hay que tener en cuenta que las características necesarias de cada ventana dependerán de su ubicación, ya que según sea ésta, habrá que apostar más por unas u otras.

Por ejemplo, en el caso del vidrio, que por lo general en España ocupa entre el 60% y el 65% de la superficie total de una ventana, influye decisivamente en el confort en nuestra vivienda. No obstante, pocos saben que según la orientación de la ventana el vidrio deberá ser de un tipo u otro:

  • Orientación norte: las fachadas situadas al norte no están prácticamente expuestas a radiación solar, solo en las primeras horas de la mañana. Por ello, no entra mucho sol por las ventanas, de modo que es recomendable que los vidrios sean grandes, es decir, que en la ventana tenga más protagonismo el vidrio que el marco para que deje pasar la mayor cantidad de luz posible sin que haya excesivas pérdidas de calor. Para ello también es importante que los vidrios sean bajo emisivos, es decir, que tengan la capacidad de reducir las pérdidas de calor por el reflejo que hacen de la energía que irradian los aparatos de calefacción. De este modo, estos cristales actúan como un abrigo que mantiene el calor de la calefacción en las habitaciones gracias a su ‘efecto rebote’. Además, en este caso, al estar al norte, los vidrios no necesitan protección solar.
  • Orientación sur: en este caso, y contrariamente a lo que se pueda pensar, la radiación solar es mayor en invierno que en verano, por ello, se recomiendan cristales también con capacidad de mantener el calor (bajo emisivos) y un factor solar medio para proteger la vivienda en verano y evitar sobrecalentamientos y que recoja parte de la energía gratuita del sol en invierno. Para reforzar esa protección al sol se recomienda instalar voladizos, retranqueos, toldos, persianas o cortinas.
  • Orientación este y oeste: en este caso, la radiación solar es directa, por lo que conviene equiparar las ventanas del exterior con la protección solar adecuada que sea capaz de reducir el calentamiento de los espacios interiores y los deslumbramientos. Por ello, la mejor opción es utilizar vidrios también con capacidad de reflejar la energía y un factor solar alto, es decir, que no deje pasar la energía del sol.

La excepción vendrá en las ventanas donde exista una protección solar independiente de la ventana, como los toldos. En estos casos el vidrio podrá tener una protección solar baja, para que en invierno deje pasar la energía del sol.

También existe la opción de los vidrios dobles –también llamados vidrios con cámara-, que están formados por dos o más láminas de cristales sencillos separados entre sí por uno o más espaciadores. De hecho, en España la mayoría de ventanas tienen vidrios dobles. Si además estos vidrios son bajo emisivos y reducen las pérdidas de calor pueden generar ahorros energéticos de entre el 2% y el 13%.

Pero a la hora de evitar que se vaya el calor no solo intervienen los vidrios; también es importante la labor del marco de la carpintería y su instalación. Hay que tener claro que todos los tipos de carpintería requieren limpieza y engrase de herrajes y, en el caso de las carpinterías de madera, debe tenerse en cuenta sobre todo la protección del acabado (pinturas o barnices) y tratamiento biocida (que impide que los agentes externos estropeen la ventana).

Los marcos suelen ser de madera, metálicos o de PVC pero, por lo general, se producen rendijas que dejan pasar el aire. Esta propiedad se conoce como permeabilidad y, como consecuencia de ella, se generan filtraciones de aire que producen pérdidas de calor y frío en invierno o verano, respectivamente. No obstante, la madera y el PVC son materiales aislantes, por ello en las carpinterías fabricadas con estos materiales no hay puentes térmicos si se instalan de manera correcta y, como consecuencia, no se filtra aire. Por el contrario, los metales, por su alta conductividad, no son materiales aislantes, por lo que, para mejorar sus prestaciones se deben intercalar piezas plásticas y cámaras de aire lo que se denominan carpinterías con rotura de puente térmico.

Por último, para el ahorro de energía y para la protección frente al ruido, la fijación de los cercos de la carpintería y la de las cajas de la persiana deben realizarse de tal manera que quede garantizada la estanqueidad a la permeabilidad del aire. Con todas estas medidas, el ahorro energético puede oscilar entre el 5% y el 30%.

Y como remate final…

 

En último término existen otros aliados que refuerzan esa protección frente a la radiación solar y las fugas de energía. Se trata de los elementos móviles, sobradamente conocidos por todos, pues hablamos de toldos, persianas y lamas orientables. En cuanto a los primeros, conviene realizar un mantenimiento regular de todo el sistema, haciendo especial hincapié en la lona, ya que es el elemento que da sombra. En verano, es recomendable desplegar el toldo antes de que comience a entrar luz directa en la vivienda, mientras que cuando haga viento hay que recogerlo para que no se desprenda. Si llueve, hay que esperar a que se seque para enrollarlo y así no estropear la lona.

Las persianas deben cerrarse en verano durante las horas de sol y subirse por la noche, abriendo a la vez las ventanas de fachadas opuestas a poder ser para provocar ventilación cruzada y que se renueve el aire de todas las estancias de la casa consiguiendo la calidad de aire apropiada. Es importante cuidar la cinta o manivela de enrollado, evitando su accionamiento de forma brusca o dejarlas caer de golpe. Además, durante ausencias prolongadas (como las vacaciones) no debemos cerrarlas totalmente, ya que la exposición al sol produce gran concentración de calor que puede dañar las lamas.

Por último, no hay que olvidar que la ventana también debe protegernos de cualquier tipo de intrusión del exterior, sobre todo en zonas vulnerables, como los huecos situados en las plantas inferiores, áticos, etc. Para ello es recomendable colocar sistemas de ‘defensa’ como cierres plegables, extensibles, enrollables e incluso fijos. 

Con todas estas recomendaciones, reformar las ventanas del hogar será un éxito que se traducirá en ahorro en factura de la luz/gas de este invierno.

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